9/6/12

# 65

Me convertí en dragón el día que deje de creer que tras todo ese horizonte de sueños, que veia en las peliculas melosas al estilo "Diario de una pasión", solo era eso: ficción. Había escuchado mil veces que tenía que endurecerme sin perder la ternura, pero jamás lo habia tomado tan a pecho. No quería llorar, no quería sufrir, no quería extrañar, ni necesitar, ni morir...
Quería ser un dragón, volar... eso quería: libertad. Pero todo tenía su precio. Tenía que huir de quienes querían matarme, de quienes querían aprisionarme... Estaba tan cansada de que la vida sea solo eso, una carrera contra el tiempo, al fin, huyendo de algo que desconocía y que sin embargo nadie lamentaba haber encontrado. Porque hasta ahora no conocí a nadie que lamente, en el fondo de su alma, el haberse enamorado.
Me decidí un día enfrentarme al cazador y termine siendo presa, de sus celos, sus golpes, sus promesas, su amor que se desvanecía con cada llovizna de madrugada...
Sin embargo, aunque presa de él y su egoísmo, recordé como ser un dragón y jure que jamás volverían a ponerme cadenas, jamás se burlarían en exhibiciones vulgares de mi y jamás volvería a dejar que un hombre se aproveche de tal forma de lo que yo, con tanta ternura y dedicación, le había dado...
Entonces entendí, que recién entonces fue cuando me gane el titulo de dragón. Toda esa mersa que veíamos a diario existía y no estaba lejos, pero no servia, o al menos a mi no me servia. Y aunque a veces creía que era necesaria no lo era... Lo único necesario era endurecerse, sin perder jamás la ternura...

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