Y sentí como me atravesaban todas esas lanzas. Me clavaron en la pared, dejándome sin aliento. Ya conocía ese dolor, solo que aquella vez les gritaba, les suplicaba, que paren. Esta vez no quería que paren y cada vez que lograba agachar la cabeza sentía como otra lanza me atravesaba. Y no quería que paren, era mi castigo, mi lección...
Para que aprendas Animal, en esa gente no tenías que confiar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario