-No deberías volar tan alto, te podes caer -me dijo y yo solo sonreí. Lo tome de la mano y lo invite a volar, unos segundos levito. Su sonrisa temblaba y no sabia si soltarse y despegar o quedarse con los pies en la tierra.
-No tengas miedo, nada te va a lastimar mientras confíes en mi -le confesé. Tomo mi brazo y me arrastro al infierno...
Hasta que el calor no me quemo por completo no desistió, tenía que hacer cenizas mi corazón. Y mil recuerdos pasan por mi mente hasta el día de hoy; un beso bajo la luna y el año nuevo que iluminaba con cada petardo nuestros rostros; los abrazos transpirados y las canciones que quedaron en el aire. Agudiza el oído, todavía se escucha el canto de esos días de verano en los que nos conocimos...
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